Friday, September 07, 2007

Música, auto y una grieta. Cuento breve

Estaba un día en casa de unos tíos y en ese momento se encontraba solo cuando sonó el timbre, preguntó quien era y era una chica, una bella chica que se mostró muy agradable y entradora para el trato, tenía más o menos su edad así que podían hablar con buena comunicación. Realmente le excitaba y le era difícil sofrenar sus instintos dado lo propicio que se daba el lugar; enseguida se sirvió un vaso de Whisky y encendió un habano, costumbres desmesuradas que tenía y que ahí contribuían a que se mantuviera en calma, a la vez que le daba cierto aire para perder su inhibición con ella a la cual buscaba seducir.Pregunta obligada: ¿De donde conocía a sus tíos? Él la verdad no la registraba como pariente. – Soy amiga de Clara, tu prima, le dijo, por lo cual podían seguir conversando no sobre una base familiar sino en el sentido de una charla de amistad incipiente y con un fogoso sentido fantaseado por él. Pero para ver si su imaginación se cristalizaba había que indagar y ver…Me gusta mucho la música le dijo y ahí nomás agarró el buen equipo de sus tíos. Puso lo primero que se le vino en mente; un buen grupo de Rock y bien duro. Bajá el volumen le dijo y lo hizo con el control; - me gusta, aclaró pero no tan fuerte. Hablaron un poco de música y parecía que le gustaba. Se levantó del sillón, la tomó de la mano levantándola y se pusieron a bailar al buen ritmo que imponía la banda; ritmo que no era constante y que pedía la improvisación de nuestros cuerpos, decía Pedro.Bailamos, bailamos y bailamos hasta que se hizo la noche; en ese punto, agotados, nos tiramos en los sillones y apagar la música que ya había entrado suficiente cantidad de ella en nuestras cabezas; una especie de combustible. Volvimos al diálogo y realmente estábamos entretenidos pues compartíamos el mismo gusto por la música y el ritmo. Planeamos en ese momento volver a encontrarnos en otro lugar para ir a disfrutarlo a algún boliche; nos dimos un beso y la acompañé hasta su auto. Se fue contenta y yo quedé igual pues no esperábamos una tarde así. Clara, mi prima además de no venir quedó totalmente relegada por Yamila que ni siquiera me la mencionó durante la tarde.Ocurrió entonces que quedamos en encontrarnos para ir a una disco de moda a la que se llegaba solamente en auto, que quedaba arriba de un cerro. Llegamos allí y realmente el lugar visto de afuera era de película, un caserón muy de ciencia ficción, luces muy bien puestas, plantas tropicales bordeando las paredes y el sonido leve de los platillos de la percusión, típico de la música bolichera. En la playa de estacionamiento, donde estacionamos, autos importados y motos de altísima cilindrada, algunas parejas llendo hacia la puerta y Yamila conmigo recién llegados admirados del lugar. Era la primera vez que los dos estábamos ahí y no salíamos del asombro. La miré y le dije: vamos, vengamos otro día acá. Ella como quien acata una orden se subió a mi auto y así fue que no entramos al final de cuentas. Encendí el estéreo con buena música tecno y bajamos a la ruta pero no volviendo a la ciudad. Yamila me preguntó a donde nos dirigíamos, qué tenía planeado y le contesté que necesitaba tomar aire; aire un decir, lo que quería era un ambiente más tranquilo y pasar un rato de charla con Yami. Quería escaparle a lo vertiginoso que es una noche a alto volumen; es que no siempre estamos dispuestos a esa diversión; Yamila entendió y no tuvo ningún reparo en darme conversación. Así fue que llegamos a una banquina muy ancha que daba con el lago. Estacionamos ahí y alumbrados por una luna llena teníamos un gran paisaje con el agua mansa, los árboles frondosos queriéndose mojar, al frente los cerros pequeños que bordeaban el lago. Nosotros adentro del auto, contemplando la maravilla de ese paisaje nocturno, tan agradable, tan romántico y ahí que me decidí confesarle algo a mi pareja que si bien me había acompañado sin quejas hasta ahí, estaba un poco desconcertada por mi cambio de planes en la puerta del caserón…Tenía 20 años cuando estaba haciendo la conscripción, momento en que me pasa algo de lo que no me olvidaría jamás: habíamos salido en la época de instrucción hacia la frontera a realizar ejercicios de combate en los cuales nosotros los soldados íbamos a usar armas por primera vez así que estábamos en esa tarea con una curiosidad desbordante a la vez con un ímpetu de guerra que se venía dando por todo lo que significaba estar en la milicia: el uniforme, las arengas de nuestros superiores, la bandera, había un hondo sentido de patria y de defensa de sus ideales; éramos protagonistas aunque sea de un aprendizaje que era motivador y nos hacía imaginar estar inmiscuidos en acciones ciertas y de importancia para el país. Y fue en ese entrenamiento que ocurrió una desgracia de la cual sigo sensible al igual me imagino 4 de los 6 compañeros que la sufrimos; uno murió en ese accidente; fue así: Nos mandaban en grupos de seis a distintos lugares con un objetivo a cumplir, un objetivo simulado que no era gran cosa pues no existía ningún enemigo real que nos presione de ninguna manera como para no cumplirlo, y en parte el objetivo pedía hacer tiros a blancos que ya estaban dispuestos por el ejército los cuales había que buscar y dispararles, y también teníamos granadas con las cuales teníamos que realizar similar operación, cuando a uno de nosotros, justamente quien falleció se le activa la granada y le explota en su cuerpo; salimos despedidos con muchísima fuerza y él murió en el acto como me di cuenta momentos después, yo fui el único que no perdió la conciencia de todos; otro la perdió para siempre, hoy es mi único amigo y aunque le hable no puedo hacerlo despertar; solo reacciona al afecto. Y fui el encargado de avisar al jefe de este operativo del accidente que nos había ocurrido, fue algo espantoso, nos dieron la baja en el acto pero sus efectos siguen en mi cabeza hasta hoy.A la vez que le contaba a Yamila lo de mi accidente pasaba algo extrañísimo con nosotros, con nuestro auto; mientras yo hablaba, el auto se iba hundiendo en la tierra por una especie de grieta que se iba abriendo de a poco. Y en la medida que íbamos bajando, veíamos como se rompían las raíces de los árboles que nos circundaban, aparecían cascadas de agua subterránea y algunos gusanos de buen tamaño que buscaban protegerse de esta rareza. Así habremos descendido unos 50 metros hasta que el auto no bajó más. Parecía ya todo sólido. En ese momento nos quedamos quietos en el auto al mismo tiempo que mi catarata de palabras también había terminado y nos quedamos adentro del habitáculo mirando a nuestro rededor con estupor; había mucha humedad tal es así que no se podía respirar, estábamos un poco sofocados; nos quedamos una media hora más o menos como para ver que no bajásemos más y como para ver que tampoco haya derrumbes que nos dificulten más esta delicada situación; abrimos las puertas, las cerramos y nos dedicamos a mirar con más detenimiento el lugar con el apoyo de las luces altas del auto que le daban una cierta claridad a esta fosa. Bajaban por las paredes agua y los gusanos aparecían como desaparecían con el mismo desconcierto nuestro que no sabíamos si esto era real o ficción. Ahora lo peor de caso es que el piso donde empantanamos se iba inundando, pero muy de a poco.Cuando Yamila se dio cuenta de esto, se empezó a poner nerviosa, que era realmente notorio como recién ahí se puso así y nunca antes lo había abrazado con tanta fuerza. El le dijo que se calmara y agregó que de algún modo iban a salir o alguien se iba a percatar de lo que estaba pasando y los vendrían a rescatar. Se sintió hombre. Solo para sus adentros se daba cuenta que las paredes de tierra muy humedecidas no servían realmente para escalarlas y que estaban a bastante distancia de la ciudad, lo que demoraría la llegada de alguien por este lugar que era a 25 kilómetros de la ciudad; -pero no había que perder las esperanzas, dijo. Yamila lo agarró con más fuerza y se puso a llorar, estaba desesperada, seguramente habría captado su misma incapacidad que él buscaba silenciar. El la abrazó para darle consuelo, apoyó su cabeza contra su propio pecho y la acarició; así estuvieron unos momentos hasta que ella empezó a hablarle. – Mirá, nunca en mi vida me pasó algo como lo que estoy viviendo; realmente estoy muy conmovida por lo que nos está pasando, por conocerte y por confesarme tu historia que te debe haber golpeado mucho.- Estamos acá, continuó, y estoy muy mal, muy desesperada y no se qué nos puede llegar a pasar; lo que sí sé es que no me quejo de haber conocido a alguien excepcional y pase lo que pase quisiera que siempre estemos juntos aquí abajo o donde sea.... te quiero. Y se besaron fervorosamente. Pero pasando esto, continúa relatando Pedro; ocurría algo que realmente nunca podremos entender como toda esta tragedia: El piso como si fuera un elevador hacía subir el auto lentamente hasta la superficie, a la vez que se iba cerrando la grieta antes desgajada. Y así llegamos a la superficie sanos, salvos y confusos de todo este infierno; de todo este amor.Abrimos las puertas del auto, encendí el motor, puse marcha atrás, tomamos la ruta, encendí un habano, salí en segunda y mientras regresábamos a casa puse música soft hasta llegar. Nuestras almas intactas.
Nota 1: Esta historia y otras más contaba Pedro después de nuestro accidente en el ejército.
Nota 2: No creo que tenga algo que ver ese accidente conesos delirios.
Nota 3: El no es mi amigo.